Ser del Celta es cojonudo

Aunque nos juguemos el descenso a Segunda B después de gloriosos años paseando nuestro bonito nombre por Europa, amigos, ser del Celta es cojonudo.

Porque no hay nada mejor que llegar al estadio en el que compartiste tardes de alegría o sufrimiento con la misma gente de siempre, porque, amigos, ser del Celta es cojonudo.

No seremos el mejor equipo del mundo, ni siquiera habremos ganado nada más allá de una copa Intertoto (cuyo pedestal es más grande que la propia copa), pero, amigos; ser del Celta es cojonudo.

Sí, es verdad que no estamos para celebrar nada y la situación económica y deportiva es poco menos que precaria, pero aún así, ser del Celta es cojonudo.

Sobre todo cuando llegas al minuto 94 y después de tantas decepciones y de estar echándote las manos a la cabeza, gritas gol ansiosamente y te dan ganas de decile al de al lado:

"Joder compañero, ser del Celta es cojonudo."A todos los celtistas que, a pesar de estar peor que nunca, se atreven a decir que ser del Celta es cojonudo. Cojonudo no, cojonudísimo.